sábado, 24 de agosto de 2013

Día de playa

Teniendo ya Prody unos meses, al salir un buen día de sol,  preparamos para irnos a la playa. Era la primera vez que se montaba en coche durante un trayecto más largo que el habitual. Durante el viaje ya dejó claro que lo suyo no era viajar, era demasiado impaciente, intentando ponerse delante.
Al llegar, como no había nadie en la playa, ya que aún no era verano, le soltamos y empezó a correr como hace él, a lo loco y pegando brincos, nosotros le decimos "como los conejos". Esa fue una de las primeras veces que nos dimos cuenta de que en la calle no atendía a nuestra llamada, era otro perro, lo quería ver todo a la vez, correr para ningún sitio y sobre todo comérselo todo.
Vimos que siempre se iba para una esquina donde se escondía un poco, y al sospechar de él, fuimos a mirar, y el señor estaba jugando con erizos, o mejor dicho, comiéndoselos, y lo peor es que estaba toda la playa llena de ellos, y ya como suele ser, se obsesionó.
Encontramos un palo y empezamos a jugar con el a lanzarlo, pero él no lo traía, sino más bien, lo cogía y se lo intentaba llevar lejos de nosotros para hacerlo su presa.
Cuando nos fuimos, en el viaje de vuelta no se notó que lo llevábamos en el coche,se quedó dormido nada mas montarse.
Es lo bueno de cuando era un cachorro,que con poco que hiciera se quedaba "frito" y ya prácticamente no se notaba que estaba, salvo por sus ronquidos.
Al llegar a casa comió y se durmió en su típica postura de la cabeza colgante,que aún hoy,con seis años,la sigue haciendo.


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